La decoración floral en el siglo XIX es quizá la más influyente en nuestros días. Muchos de los arreglos que se realizan ahora en momentos especiales, como una gran boda o un importante funeral, están inspirados en esos diseños. ¿Cómo era la decoración floral en la época Victoriana?
En nuestra serie histórica sobre decoración floral, hemos visto cómo eran los arreglos en el mundo antiguo, en la Edad Media y Moderna, en Versalles y la Ilustración, así como en tiempos de Escarlata O’Hara. La culminaremos en la entrega sobre el siglo XX hasta nuestros días.
El siglo XIX trajo consigo importantes cambios en el mundo floral. Primero, porque el colonialismo trajo consigo una gran variedad de flores. Pero también, porque las primeras floristerías abrieron sus puertas. Cada vez se era más común que ciudadanos de a pie, esa clase media que empezaba a crecer en las ciudades, se preocupara por la decoración floral y encargara arreglos para ocasiones especiales o alegrar su casa. ¿Cómo era la decoración floral en la época Victoriana?
Antes de la reina Victoria, estuvo Napoleón. Si Inglaterra se convirtió a partir de 1840 en el principal referente cultural europeo, Francia lo era a principios de siglo. La expansión del imperio napoleónico llevó a que las modas francesas llegasen a un amplio número de países del Viejo Continente. Napoleón gustaba de la sobriedad, de las influencias egipcias y del cercano oriente, así como de los colores oscuros. Y así se plasmaba en los tejidos y los muebles. Las plantas de interior se pusieron muy de moda durante el periódico napoleónico, sobre todo las palmeras.
La moda de la flor seca
Se puede describir cómo era la decoración floral en la época victoriana con dos palabras: flor seca. Es cierto que se seguía trabajando mucho la flor natural, como veremos más adelante, pero la flor seca tuvo un importante auge. Turquía era una importante referencia y sus palmeras se disfrutaban dentro de los hogares. Los arreglos de flor seca con plumeros y grandes hierbas también comenzaron a verse. Se realizaban en jarrón, con una base de arena.
Una pasatiempo muy común en la época victoriana era el prensado de flores, una moda que llegó conforme el comercio con países como Japón fue aumentando. A veces, se trataba de preservar alguna flor u hoja en concreto. Otras, se realizaba el prensado para crear después una colección botánica con los nombres científicos de las plantas. ¿Por qué esos cuadernos de botánica? Porque el estudio de la naturaleza estaba muy en boga en la época, pero la mujer no podía acceder a las universidades. Por su cuenta, muchas de ellas decidieron crear sus propios cuadernos botánicos, un pasatiempo bien visto en la época y que permitía realizar paseos por el campo sin dar lugar a habladurías.
¿Cómo se realizaba el prensado de flor en la época victoriana?
Para comprender cómo eran los arreglos florales en la época victoriana se debe tener en cuenta la afición por el prensado de flores. Según explican en el norteamericano Merchant’s House Museum,
para mantener la frescura y el color de la flor, se utilizaban presas de campo de madera. Era un artilugio muy fácil de conseguir entonces, ya que estaba muy de moda adquirirlas. Además, aquellos que deseaban saber el arte del prensado floral podían seguir las instrucciones en los almanaques que se publicaban en la época. Especialmente los meses de otoño, cuando el colorido del follaje inspiraba a recolectar hojas.
Se recomendaba aprovechar las últimas horas de la tarde, para asegurarse de que toda la humedad se había evaporado. Se ponían en la plancha y se dejaban secar. Después, se utilizaban para realizar arreglos. Solía utilizarse pegamento, aunque también hilo y aguja y, como soporte, papel. El papel se había convertido en un elemento muy barato durante la Revolución Industrial y se vendía en distintos colores. El resultado final se guardaba en cuadernos o bien se colocaba en un cuadro, bajo un cristal.
¿Cómo era la decoración floral en la época victoriana?
Era común, como en otras épocas, la elaboración de guirnaldas para las mesas. En Centroeuropa, además, se impuso el llamado estilo Biedermeier floral, que consiste en la agrupación de elementos (a modo de tarta), círculo a círculo, durante la elaboración del ramo. Los estilos clásicos denominados ‘formal circular’ tienen aquí su mayor expansión, con arreglos y ramos en forma de bola. En jarrones se añadían flores en gran cantidad, siempre con la vista puesta en la naturaleza. Imitar un jardín imposible con variedad de flores era el objetivo.
Las clases más adineradas encargaban los arreglos a los floristas, que utilizaban las flores que cultivaban en los jardines. Estaban muy de moda los claveles, tulipanes, margaritas, fucsias, dalias y lilium. Y, cómo no, la rosa, la flor más popular en la época victoriana. Se creaban arreglos de flor cortada en cestas y, para preservar la humedad, se utilizaba como base el musgo. Era habitual, además, el alambrado de flores, para conseguir que todo el conjunto tuviese el aspecto deseado.
Los arreglo florales incluían plantas en cascada, para dar un aspecto más silvestre al conjunto, que solía estar muy masificado. Por eso, en los ramos de novia de la época se ven dos partes diferenciadas: una en forma de bola y verdes en cascada. Además, otro detalle curioso de la época eran los llamados ramos ‘nosegay’ o ‘nariz alegre’, pequeños ramilletes que llevaban sobre todos las señoras (aunque unas décadas atrás también portaban los hombres) de clase alta y que se componían de flores muy aromáticas. Si se topaban con un entorno maloliente, era común llevarse este ramillete a la nariz. No confundir con otro ramo de la época, el ‘tussy-mussy’ o pequeño bouquet, que se portaba en un cono de cartón y que era un regalo de un enamorado.
Y muy populares eran las denominadas ‘parlor domes’ o cúpulas de salón. Se trataba de cúpulas de cristal en cuyo interior se realizaban intrincados arreglos. Podían colocarse encima de la repisa de la chimenea, pero también en la mesa del salón. No estaban limitadas a la flor seca, también se añadían decoraciones de cera, de papel o de metal. El arte de la decoración floral en cúpulas alcanzó su auge alrededor de 1860. Por entonces, incluso había clases de elaboración de arreglos en las escuelas de señoritas. Los almanaques proponían maneras de elaborar distintas flores utilizando papel u otros materiales, pero también podían comprarse en tiendas o joyerías. Y, por supuesto, también podían adquirirse en las floristerías.
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