El origen de Halloween está en el Sanhaim celta, cuando a finales de octubre de ahuyentaba a los malos espíritus con disfraces terroríficos y ofrendas de alimentos que se recogían puerta a puerta
¿Es realmente Halloween una fiesta norteamericana? Las celebraciones de Todos los Santos son posteriores e impuestas por las Iglesia, para desterrar las que realizaban los celtas en Europa, en la llamada festividad de Sanhaim. Halloween es una fiesta europea, que tiene su origen en la cultura celta. Los druidas o sacerdotes marcaban el final del año a finales de octubre, cuando los días empezaban a acortar. El avance de la noche se relacionaba entonces con el triunfo del mundo de los espíritus y la jornada del Sanhaim era aprovechada por los fantasmas para pasar de una dimensión a otra.
Halloween es la derivación de la frase anglosajona ‘All Hallow’s Eve’ o festividad de Todos los Santos. Hace más de 2.000 años, antes de que los romanos arrasaran con la cultura celta, era habitual en la noche de Sanhaim sacrificar animales a los dioses y reunirse alrededor de hogueras al aire libre. Los celtas se ponían entonces rústicos disfraces para confundir a los espíritus y evitar sus malas influencias. Al estilo de los protagonistas de The Walking Dead, el objetivo de los disfraces no es otro que confundir a las almas perdidas y hacerles creer que nosotros también somos uno de ellos.
Truco o trato, una ofrenda a los dioses celtas
Así pues, Halloween es una fiesta europea. Y esa noche mágica de Sanhaim también es origen del famoso “truco o trato”: las ofrendas a los dioses, que se realizaban para pedir su protección, se iban recogiendo casa a casa. Para ello, los celtas iban ataviados con sus disfraces. En las ventanas de situaban velas o carbón encendido, que se protegían del viento metiéndolos en una verdura. Eran habitualmente nabos (la calabaza vendría después, cuando la festividad llegó a Estados Unidos con los peregrinos ingleses y holandeses).
La fiesta celta de Sanhaim cambió cuando el cristianismo aprovechó su popularidad para imponer sus propias celebraciones. Al igual que sucedió con la Navidad (que en realidad solapó la fiesta del solsticio de invierno), se aprovechó parte de la simbología para crear Todos los Santos. Fue el papa Bonifacio IV, en el siglo VII, quien fijó en el 1 de noviembre la fiesta en la que se honra a los fallecidos. Pero, como sucedió con gran parte de las fiestas paganas, la víspera de Sanhaim siguió persente en Europa mediante hogueras, disfraces, ofrendas alimentarias puerta a puerta y desfiles.
Los inmigrantes europeos, sobre todo del norte de Europa, se encargaron de popularizar All Hallow’s Eve o Halloween en Estados Unidos, en una celebración que cobró gran impulso en el siglo XIX. En especial, gracias al aumento de la inmigración irlandesa, y que el cine y la televisión han devuelto de nuevo a Europa. Pero lo cierto es que nació aquí, que se celebraba en España hace miles de años y que forma parte de nuestras tradiciones, incluso más que la actual costumbre de llevar flores a las tumbas.