La felicia es una de las plantas más agradecidas que puede tener el jardinero en su balcón, terraza o jardín. No suele sufrir muchas plagas y regala flores desde la primavera y hasta el otoño. Pero a veces se resiste y llega a morir. ¿Por qué se muere mi felicia agatea? Aquí va nuestra guía de cuidados
La felicia o agatea es una de nuestras plantas favoritas. Crece sin problemas a pleno sol, regala flores durante meses y, además, tiene un característico color azul que crea contraste con el resto de flores. Es fácil de cuidar y no suele sufrir el ataque de las plagas. Pero a veces nos encontramos con que la felicia se debilita y muere. ¿Por qué razón? Como sucede con todas las plantas, hay que saber sus cuidados y evitar así los problemas. En esta guía explicamos, por ejemplo, por qué se muere mi felicia agatea.
Mucho cuidado con el riego
La felicia es una planta que necesita agua en los veranos calurosos pero que no soporta los encharcamientos ni el exceso de riego. Como sucede con las plantas que suelen utilizarse para crear rocallas o adornar espacios pedregosos, la felicia quiere un sustrato ligero y un riego moderado. Es parecida al tomillo y por ello es buena idea combinar ambas plantas. Lo mejor es mezclar el sustrato con un poco de arena y regar cada tres o cuatro días en verano. Si tiene un exceso de humedad en la maceta o encharcamientos acabará por morir.
Poda de la felicia
La felicia, para que regale colorido durante meses, necesita que se vayan retirando las flores marchitas. De no ser así, gastará muchas energías en crear semillas y, una vez alcanzado el objetivo, creerá que ya puede descansar. Cada día se quitan las flores marchitas y tendremos nuevos capullos constantemente. También se recomienda cortar las puntas de la planta al inicio de la primavera, para que el ejemplar crezca compacto.
Felicia con pulgón
La felicia es resistente a la mayoría de plagas. La única que suele estar presente es el pulgón, sobre todo el primavera. El pulgón se trata fácilmente con jabón potásico o aceite de Neem. El pulgón ataca, sobre todo, a las plantas que sufren un exceso de abonado. No hay que abusar del nitrógeno: basta con un abonado granulado una vez al año.