Malas hierbas que crecen en solares de la ciudad y laderas de camino guardan un tesoro de beneficios naturales. Pero el ser humano se empeña en mirar hacia otro lado
Diente de león, caléndula silvestre, achicoria, hinojo… Son malas hierbas que nos acompañan en nuestro día a día pero que apenas miramos. Asoman en los baldosines rotos de las aceras, crecen en solares abandonados y guardan en su interior un secreto medicinal: todas han sido utilizadas con fines medicinales y durante siglos gozaron de gran prestigio, hasta que la medicina moderna aprendió a sintetizar sus principios activos y las desechó por inútiles.
Desde que el ser humano dominó la agricultura, ha dedicado un rincón de su huerto al cultivo de las plantas medicinales. ¿Cómo aprendería el hombre primitivo que la corteza de sauce calmaba la inflamación, que el licor de romero es bueno para el cutis o que el estramonio producía alucinaciones? Seguramente, probando, estudiando y muriendo en el intento. Así, aprovechó los frutos del rosal silvestre (escaramujos) para nutrirse con grandes cantidades de vitamina C. La cola de caballo (‘Equisetum arvense’) es muy diurética: es buena para problemas de edemas y cálculos. La salvia es muy buena para las vías digestivas y el sistema nervioso, ya que alma dolores y náuseas y los nervios. Y la milenrama es una planta muy astringente que se utiliza para cicatrizar heridas.
Tres plantas medicinales que nos rodean
Achicoria. Ya está en flor en el campo aragonés, llenando de azul las praderas. Contiene inulina (que abre el apetito) y han otorgado a su raíz propiedades diuréticas. Posee también taninos, beneficiosos para la circulación sanguínea. Su infusión se ha utilizado como remedio digestivo.
Caléndula silvestre. Se la llama también maravilla y es idéntica a la caléndula de jardín, salvo por sus flores, que son más pequeñas. Se utilizan las hojas por su capacidad astringente (como cataplasma, para curar heridas). Sus flores, en infusión, se preparaban para casos de gastritis.
Hinojo. En las laderas de caminos crece esta planta, altísima y muy aromática. Sus semillas tienen un aceite esencial que se utiliza para reducir las hinchazones. Las mismas cápsulas, hervidas, se administraban a embarazadas para aliviar las náuseas y se aplicaban sobre los ojos en caso de conjuntivitis.